El nuevo reto del Mundial de Catar: esconder las cervezas

El mensaje llegó desde las más altas esferas del Estado catarí: las carpas de cerveza deben ser trasladadas, y no habrá discusión al respecto.

La decisión de trasladar los puestos de venta de cerveza parece haberse originado por la preocupación de que la presencia destacada del alcohol en los estadios, durante el mes de la Copa del Mundo, pueda desestabilizar a la población local y representar un posible problema de seguridad. Pero también evidencia una cuestión que ha acechado la preparación de la primera Copa del Mundo en el mundo árabe, y que se espera que sea conflictiva durante todo el torneo en Catar, un país musulmán conservador donde el acceso al alcohol está muy controlado.

Desde que la FIFA, el organismo rector del fútbol mundial, concedió los derechos de organización a Catar en diciembre de 2010, los organizadores del torneo se han esforzado por equilibrar las obligaciones que firmaron para cumplir —que incluyen la venta de alcohol y la provisión de espacio promocional para Budweiser, uno de los principales patrocinadores de la FIFA— con la preocupación por disgustar, o alienar, a un grupo nacional que se ha irritado por algunos de los choques culturales inherentes a la organización de un evento tradicionalmente empapado de cerveza en una nación musulmana.